Alcaldes que repiten

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Por Albert Calderó

En todos los países avanzados de Europa es normal un alto grado de estabilidad política, que además es inversamente proporcional al ámbito territorial: a menor ámbito mayor estabilidad. Es normal que un mismo color político de gobierno perdure entre dos y tres mandatos en un gobierno estatal, entre 8 y 12 años; pero los gobiernos regionales suelen ser más duraderos, entre 15 y 25 años sin cambiar de color político es lo normal. Y la máxima estabilidad es a nivel local: es corriente que el mismo color político en el gobierno local dure treinta o cuarenta años.

 

Veámoslo en Francia con dos ejemplos: su capital, París, sólo ha cambiado una vez de color político ente la liberación (1945) y la actualidad. Y el cinturón de municipios dormitorio alrededor de Paris era llamado "cinturón rojo", porque en los años 50 y 60 del siglo pasado había muchos alcaldes comunistas. Era cuando los comunistas eran el segundo partido de Francia con cerca del 20% de los votos en cualquier elección. Pero vemos que hoy en día, cuando los comunistas se han convertido en una fuerza política marginal a nivel estatal francés, con el 5% o el 6% de los votos en muchas elecciones, en cambio siguen ostentando la alcaldía en muchos de estos municipios.

Es decir, es normal en cualquier democracia consolidada que haya una muy alta estabilidad política a nivel local. Esta ley no se cumple, en cambio, en muchos municipios españoles, grandes y pequeños. No es raro que cambie el color político municipal cada ocho, y hasta cada cuatro años, o incluso menos; no es raro el municipio en el que hay frecuentes cambios de alcalde, cambios de alianzas, mociones de censura, transfuguismo, en resumen, inestabilidad política.

Lo que a estas alturas puede afirmarse con certeza es que a mayor inestabilidad política peor eficacia y calidad del gobierno. Es lógico: cuando un gobierno local gobierna bien o, siquiera, regular, su continuidad está casi garantizada. Cuando gobierna mal tiene poco crédito y fácilmente pierde las elecciones o padece "golpes de palacio". Y un gobierno débil puede perder el poder ante una alternativa sólo un poco menos débil, que fácilmente se convertirá en otro gobierno débil. Y así se entra en un círculo vicioso: el cambio a peor.

Ahora, con la crisis severa que padecemos, muchos alcaldes tienen, en público o en secreto, dudas sobre la conveniencia de seguir. (Véase el artículo "Alcaldes que lo dejan" en esta misma web). Hay que decirles, hay que pedirles, hay que rogarles, hay que animarles a seguir. La estabilidad es un valor en política democrática, y mucho más en la política local. La política local es una ocupación muy compleja y de difícil y largo aprendizaje. No tiene sentido que un alcalde abandone a los cuatro, incluso a los ocho años cuando empieza a dominar el arte de gobernar. No tiene sentido que un alcalde desaparezca cuando ya sería capaz de empezar a enseñar el arte del gobierno a su futuro sucesor. Si a un veterano le sucede un novato que no tiene ni idea es muy difícil que el novato lo haga mejor que el veterano.

 

 



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