Los tres protagonistas de The Office, paradigma de los tres estilos de trabajo descontrolados

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The Office es una premiada serie americana de nueve temporadas donde podemos vivir, en formato de falso documental, el día a día de una oficina y las relaciones entre los trabajadores de la empresa papelera Dunder Mifflin.

Michael Scott es el jefe de la oficina: buenas intenciones, un peculiar sentido del humor y muy pasado de vueltas en sus bromas. Es un ejemplo paradigmático de lo que en nuestro método de segmentación socioprofesional llamamos "gestor de Personas", un P. Sus habilidades profesionales se orientan a trabajar con gente, a pasar el día charlando, comentando, discutiendo... Para él trabajar es hablar y hablar, intimar, intentar crear lo que considera que es el mejor ambiente de trabajo posible, y cree que estas habilidades se aplican igual cuando hacía de comercial -con gran éxito- que cuando hace de jefe -con gran fracaso.

Era el mejor de los comerciales de la empresa, el más hábil con las palabras, el que conseguía cerrar cualquier contrato organizando una buena comida y charlando y charlando... Y es un jefe nefasto, sin ninguna habilidad de dirección ni voluntad de mandar en nada . Otro de los protagonistas de la serie, Jim Halpert, hace un gráfico donde explica el uso del tiempo de Michael: "El 80% del tiempo lo dedica a distraer a los trabajadores, el 19% procastina, y el 1% lo dedica al pensamiento crítico", y añade que ha incrementado el porcentaje de pensamiento crítico para que sea lo suficientemente grande y aparezca en el gráfico.

Para Michael, como para cualquier P que no controla sus impulsos, celebrar su (o cualquier) cumpleaños en la oficina es más importante que trabajar, realizar cualquier reunión para hablar de cualquier tema es más importante que trabajar, y ser amigo de sus trabajadores e intentar que exista el mejor ambiente de trabajo posible es mucho más importante que trabajar.

Su ineptitud como jefe de la oficina contrasta con su espectacular habilidad como comercial; sus bromas y la forma en que trata a los compañeros de trabajo como amigos íntimos son totalmente inapropiadas por la oficina, pero funcionan sorprendentemente bien cuando los receptores son posibles clientes que acaban contratando los servicios de la empresa gracias a este tipo tan simpático que los hace sentir tan bien y les escucha y les asegura que puede solucionar sus problemas.

Michael es un buen ejemplo de cómo si una persona P no controla sus impulsos y entiende que trabajar es más que hablar y crear un buen ambiente de trabajo, puede acabar agotado sin tomar ninguna decisión ni avanzar en ningún proyecto... Y todavía más si es la cabeza!

El trío protagonista lo completan dos comerciales, Dwight Schrute y Jim Halpert.

Dwight es uno de los personajes más peculiares de la oficina; ambicioso asistente de Michael, destaca su total carencia de habilidades sociales, y su manera intensa y obsesiva de trabajar y de estar preparado para cualquier situación. Es un ejemplo paradigmático de lo que nuestro método llamamos "gestor de Cosas", un C. Alguien que ha desarrollado actividades metódicas, ordenadas, y que se orienta a la acción, al hacer. Es un hombre de acción y muy trabajador, que tanto hace de asistente voluntario del sheriff como lleva la granja familiar, tanto es maestro de artes marciales y cinturón negro de karate como campeón de ping-pong, e incluso emprendedor, propietario del edificio donde se encuentra la oficina y administrador de su día a día.

Dwight actúa, se entrena, se prepara, trabaja incansablemente para conseguir lo que cree que necesita para hacer su trabajo, y el de los demás. No tiene ni quiere tener ninguna habilidad social, porque él solo puede hacerlo todo, cuando se pone. Y Dwight es un personaje C tan extremo, tan carente de habilidades en las otras dos dimensiones, que no sólo cree que todo el mundo debería hacerlo todo como lo hace él, sino que los martiriza de forma obsesiva, entendiendo que trabajar es hacer lo que hace él y nada más.

Jim Halpert, el último de nuestros protagonistas, es un chico espabilado que se aburre soberanamente haciendo de comercial para la empresa, y dedica mucho tiempo a preparar bromas para joder al trabajador Dwight -y a flirtear con la recepcionista. Es un ejemplo paradigmático de lo que llamamos un gestor de Ideas, un I. Alguien para quien trabajar es pensar, pensar, solucionar problemas. Alguien que se aburre con trabajos repetitivos, que busca estrategias para hacer las cosas en lugar de hacerlas directamente. Alguien que si no tiene problemas para solucionar se les inventa, alguien que descontrola tanto su I que puede dedicar horas y horas de aburrimiento a pensar las bromas más elaboradas contra su 'rival' Dwight.

Se ha considerado en Jim el estereotipo del joven que trabaja en un trabajo que no le motiva, y él mismo siempre dice que éste es un trabajo temporal, "sólo un trabajo, porque si avanzo y subo en la empresa, será mi carrera, y si esto es mi carrera, tendré que echarme a la vía del tren". Jim dedica muy poco rato a trabajar, pero tampoco necesita mucho más para conseguir hacer el trabajo -porque como I trabaja pensando estrategias diversas para tener el trabajo hecho rápido, y eso lo deja con muchas horas muertas -de hecho, a menudo ya ha hecho las ventas de todo el año a falta de meses, con lo que su productividad se convierte en cero por falta de interés y remuneración.

Así, una vez identificado el triángulo protagonista de The Office, vemos que a priori éste sería un equipo profesional muy potente: un jefe P, que conoce el negocio y sabe cómo hacer las mejores ventas, con dos comerciales C e I, que bajo la su dirección podrían coordinar estrategias y acción para multiplicar las ventas. Afortunadamente para la comicidad de la serie y nuestro disfrute como espectadores, los guionistas explotan las peores características de estos tres estilos de trabajo para darnos múltiples ejemplos de cómo cualquiera de los tres puede ser nefasto si se lleva al extremo y se ignoran o menosprecian a los otros dos. Y esto nos da tres muy buenos ejemplos arquetípicos de los estilos de trabajo descontrolados, personas que se dejan llevar por su estilo de trabajo, que en lugar de aprovecharlo acaban siendo víctimas del mismo, y en lugar de equilibrarlo se sesgan cada vez más en su única letra.

Michaels, Dwights y Jims del mundo... Si potenciamos los aspectos positivos de nuestros estilos de trabajo y equilibramos los negativos, en lugar de descontrolarlos, no sólo seremos mucho más productivos sino que se lo pasaremos mejor en el trabajo -¡y en la vida!



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