Trabajar juntos y diferentes
"No hay una sola manera de educar ni un solo perfil docente o de alumno porque no hay una única concepción del ser humano", nos decía Fèlix Pardo al final del segundo de sus trabajados artículos sobre nuestro libro Com som?/Y tú, ¿cómo eras?.
Efectivamente, una de las tesis que los autores defendemos en el libro es que las personas somos como somos y todos los equipos y organizaciones funcionan mucho mejor cuando tienen en cuenta la diversidad de perfiles de sus miembros; en palabras de Fèlix Pardo, aplicándolo a las escuelas: "una de las finalidades educativas que debería presidir la vida escolar es el reconocimiento del otro, porque esto es fundamental para construir una sociedad sobre principios como la dignidad, la equidad y el mérito".
Esto, el reconocimiento del otro, tiene múltiples aplicaciones prácticas en el mundo educativo, tanto en lo que se refiere a la docencia como para el liderazgo de los equipos docentes. La tarea de los equipos directivos de los centros resulta más sencilla si se entiende que no existe un único modelo válido de liderazgo, sino que hay modelos de liderazgo bien diferentes, y que todos pueden ser válidos por igual si se ejercen con competencia, aprovechando las fortalezas de los perfiles de los miembros del equipo directivo y, en su caso, complementando sus posibles debilidades con la ayuda del resto del equipo docente del centro.
De hecho, asumir como equipo que los diferentes estilos de trabajo de los docentes y sus motivaciones pueden ser igual de válidos -¡e incluso complementarios!- si se entienden y se valoran, ayuda a solucionar muchos de los problemas del día a día escolar. Y si añadimos la dimensión de cómo también todos somos diferentes a la hora de encarar cualquier conflicto, y entendemos por qué unos reaccionamos de una forma y otros de otra, tendremos una herramienta que permitirá evitar muchos de los conflictos personales más sencillos, y encarar los más complicados con mayor eficacia.
Reconocer al otro -¡y a nosotros mismos!- también nos permite, por ejemplo, intentar aplicar las diferentes metodologías pedagógicas no en función de nuestras preferencias personales sino en función de la multiplicidad de perfiles de alumnos y docentes del centro; la diversidad metodológica tiene aún más sentido si tenemos siempre presente que nadie es exactamente como nosotros, o que no existe un solo modelo de alumno o alumnos sino que la complejidad de las personas -que es también nuestra riqueza- nos debe permitir encontrar muchas vías distintas de llegar a ejercer la profesión docente con competencia.
De hecho, toda la acción docente que se realiza en equipo, ya sea en algún formato explícito de codocencia o simplemente porque el equipo educativo se considera un equipo y no un conjunto de docentes que van por libre, sólo tiene sentido si los perfiles de los docentes son complementarios y no muy similares o idénticos; dicho de otro modo, un equipo docente muy diverso, con estilos de trabajo, motivaciones, formas de gestionar el conflicto, actitudes vitales o incluso expresividades emotivas diferentes, multiplica las opciones de llegar al alumnado con éxito, porque el alumnado también es muy diverso y tiene formas de ser y de hacer muy diferentes.
Concretémoslo con un ejemplo final: si ha llegado hasta aquí, al final de este artículo, según la primera dimensión de nuestro método es probable que seas personas gestoras de Cosas -es decir, personas metódicas y sistemáticas que, una vez tiene el tiempo para leer este artículo, lo desea leer hasta el final-, o personas gestoras de Ideas -es decir, personas a las que, si le ha interesado la temática, mientras lo lea está pensando su acuerdo o desacuerdo, y planteándole otras posibilidades; y quizás también lee esto alguna persona gestora de Personas -pero si lo haga seguramente será porque se lo está mirando en diagonal mientras hace alguna otra cosa como responder algún mensaje, y/o porque me conoce y quiere curiosear qué he escrito.
Los tres perfiles de esta primera dimensión (Cosas, Ideas, Personas) sois igual de válidos para la docencia, pero cada uno de vosotros lo sabe hacer mejor a su manera; si los gestores de Cosas creen que los de Ideas o Personas deberían leer enteros los correos que les manda con toda la información -como hacen ellos-, o los gestores de Personas creen que hay que hacer muchas reuniones con todo el mundo porque si no nadie no se entera de nada, o los gestores de Ideas creen que en el equipo se habla demasiado, se hace demasiado papeleo, y se piensa poco... Todos tienen algo de razón, pero todos también están un poco equivocados. ¡Adaptándose a cómo son los demás conseguirán trabajar mejor y más a gusto juntos!
Artículo publicado originalmente en el butlletí 112 de Edu21.